La casa en donde vivo, la construyo mi viejo, mientras mi mamá acarreaba baldes con una panza enorme y lavaba pañales de tela con agua fría. A veces me invade la humedad, se me pasa cuando los imagino con la ilusión de las paredes blancas a la cal y los muebles regalados pintados de naranja. Afuera el ciruelo, la higuera, los malvones, la dictadura, las botas. Adentro los dolores, las canciones de La Negra despacito y los juegos, para olvidarse un instante de ese miedo enorme. De lo que mataba de verdad. Nos cambiaba de lugar mientras dormíamos para que lleguen a ella primero. Me lo contó una vez y desde que se fue, lloro en ese lugar.
El tiempo pudre las hojas y comienza el cielo vertical las golondrinas se fueron los insectos duermen Se encorvan los cuerpos en un silencio ancho el ángulo del sol se reduce día a día el viento silba en las ventanas una canción de ausencia quiero decir un sabor a nostalgia de los duraznos y las flores.
Cuando miro el fondo de tus ojos claros. Gracias, Lunita!
ResponderEliminarGracias a vos sentido poeta. Miro en el fondo de los tuyos.
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