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UNA VEZ AMÉ TANTO QUE CORRÍ HASTA EL RÍO.

Una vez amé tanto que corrí hasta el río

Cuando llegué, pesada y desnuda, a la orilla,
con caracoles como dientes y dedos de arena
nadie me miró o tal vez
lo hicieron las piedras, que son infinitas

Después todo fue una confusión
y el viento era tanto que se me enredó el pelo
en esqueletos de pescados.
en camalotes con yuyos y culebras

tanto estaba amando que miré el horizonte
con los pezones erguidos y los ojos nublados

Pero el manso río marrón
me disolvió los dedos
y se llevó los caracoles.




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