Perecen siglos y fue ayer. El tiempo siempre jugando sus cartas, gritando la subjetividad de su tiempo. Nosotros, intentando una medida absurda, encarcelada en un círculo. Una medida acostumbrada a los rincones de la desidia. El tiempo no es el tiempo, es un animal salvaje corriendo sin abismo.
Mañana, voy a extrañarte más.
Mañana, voy a extrañarte más.
La tristeza, en la memoria, es una animal que tiembla. Abrazo grande, Lunita.
ResponderEliminar¡Me encantó, querido poeta! ¡Otro abrazo enorme! gracias por tus decires.
Eliminar